La Foto

En toda la semana casi no me he mirado al espejo; cuando lo hago y me fijo en mis ojos veo la misma mirada que en aquella foto, tristeza y sordidez.  O por lo menos, eso es lo que yo siento al mirarla. Quizás ese punto de incredulidad era porque no acertaba a creer en lo que me había pasado o porque estaba petrificada de miedo y era incapaz de sonreír como  me pedía la fotógrafa. Allí estaban mis hermanos guapos y preciosos con su ropa mas bonita posando alegres y yo era incapaz de soltar una sonrisa, creo que hasta mantenerme de pié me suponía un esfuerzo. Puede que olvidara aquello que me hizo tanto daño, pero no olvidé la tortura que fue querer sonreír y no poder. Querer salir guapa como ellos y no poder. De algún modo creo que ahí empezó a implantarse en mi la idea de que a mi no me querían tanto como a ellos. Al fin y al cabo, quien va a querer a una niña que no puede sonreír, ¿no?  Por lo menos he llegado al origen y he averiguado cuando empecé a sentir que no encajaba, cuando se me implantó la idea de que yo era un garbanzo negro. 

Ha sido una semana rara, hoy me he dado cuenta de que lo más fácil era irme a dormir y no pensar mas en ello. Curioso este confinamiento, quizás la falta de libertad que sufrimos ha sido la que ha traído a mi memoria aquella vez en que también me faltó la libertad para salir corriendo. Pasado el shock de conocer la noticia, y la tristeza que me embargó, creo que puedo seguir sobreviviendo como hasta ahora, olvidándolo todo sin más. Es una opción, no pensar en ello. Lo cierto, es que me resulta bastante apetecible. Aún así, en vez de irme a dormir me he puesto a escribir. Siento que si dejo que pasen mas días sin afrontar lo que me ha pasado, acabaré pensando que estoy equivocada y que debió ser una broma del subconsciente. Sé que no, recuerdo la imagen que vino a mi mente, y se me pone el dolor en el pecho como si tuviera instalado algún tipo de piloto automático; peso en el corazón y lágrimas prestas a salir a conocer mundo.

No se que tengo que hacer, quiero recordar mas y no puedo. Quizás sea lo mejor, lo poco que recuerdo ya atormenta bastante, no quiero ni pensar que pasaría si recordara todo el capítulo de abuso. Están claras en mi mente la mesa, la silla de tapicería verde, la tijera plateada y yo a cuatro patas y sin braguitas encima de la mesa. Parece que esté aún dentro de ese almacén lleno de colores grises y marrones; visualizando cajas y mas cajas, iluminadas solo por la luz  super brillante que entraba de la calle por la puerta trasera. Aún puedo ver los rosales en el jardín a través de ella. Por algún motivo, recuerdo como llevaba el pelo pues también me ví en esa misma puerta, con ese corte que tantas veces le he protestado a mi madre. Está claro que a mi me espantaba pero a aquel viejo no. No recuerdo como se llamaba, pero si recuerdo que yo lo quería. Siempre estaba alerta de los días en que le tocaba venir a hacer la contabilidad, y ahora lo pienso, veo el poco sentido que tiene que una niña lleve la cuenta de los días en que acude el contable. Viene a mi mente  la fecha de martes y viernes; algo así como que venía los viernes y empezó a venir también los martes o que hizo un cambio de día, se me pierden los detalles. Pero si, grabado esta en mi cabeza que esos días trabajaba y yo tenía que ir a verlo. No me preguntes qué día echaban mis dibujos favoritos porque eso no lo recuerdo. 

Hoy estoy mas tranquila, no he llorado, cada vez que me acuerdo me dan las ganas pero las he controlado bien durante todo el día. Me planteo seriamente seguir como hasta ahora pero lo cierto es que no me quedan fuerzas para seguir viviendo así.  Espero que pocas personas puedan entenderme cuando digo que llevo toda mi vida viviendo con el terrible vacío que se siente al no sentirte querida. Ya no puedo más. Estos últimos meses han sido bastante duros. Hace unos meses comencé con un nuevo psicólogo, cada vez eran mas frecuentes las ganas de desaparecer, los episodios de no me quedan fuerzas para seguir tratando de encajar donde no encajo. Es como que todo el mundo es un triángulo y yo un cuadrado que no compatibiliza con nada.  Eso es lo que siento; es taaaaaaaaaaan cansado. He perdido la cuenta de los médicos, psiquiatras, psicólogos, y terapeutas que he visitado, ¿cómo es que nadie se ha dado cuenta antes?Mi amiga ha ido preguntándome por  un listado de síntomas y a casi todos he contestado que sí: comer compulsivamente, cambio de comportamiento en la infancia, auto lesiones en la adolescencia, depresiones, ansiedad, anorgasmia, ataques de ira desde que tengo uso de razón…¡joder está tan claro!, definitivamente fui victima de abusos sexuales en mi infancia y apenas lo recuerdo.

Estoy en una especie de estado de shock, de repente siento que no se quien soy. Siento que me han robado la vida. Y sobre todas las cosas me siento mal. Se que debería ser positiva y pensar que al menos lo he descubierto y que como dicen la canción, ahora solo puedo mejorar. Pero ¿a qué persona tengo que arreglar? Es decir, ¿cómo soy? Si todo con lo que me identifico son esos comportamientos que según parece se producen por lo que me pasó.

Me dijo un amigo que era el momento idóneo para construir a la que me gustaría ser, pero….¿Cómo se hace eso? Y..por otro lado..¿hay alguien que quiera ser otra persona de la que es? Es decir, si soy otra, no seré yo. Pero no se quien soy yo, si a mi  parece que me sepultaron hace 34 años y como me comporto, es consecuencia de lo que me pasó.  Tampoco se quien quiero ser, pero al menos si se lo que no quiero. 

No quiero que me besen antes del sexo y sentirme mal, no quiero sentir cuando un hombre me acaricia que no quiere hacerlo y que no lo merezco. No quiero mas sexo sin preliminares porque me incomoda la idea de que me den amor. No quiero sentir mas que un hombre está fingiendo que me desea o que disfruta dándome cariño. No quiero pensar más que para que alguien me quiera tengo que ser buenísima en la cama o de otro modo es imposible que quiera estar conmigo. 

No quiero estar triste la mayor parte de mi vida. NO quiero tener que hacer el payaso para disimular que por dentro me siento con el alma rota. NO quiero sentir más esta soledad tan enorme. NO quiero sentir cada día que mi familia no me quiere. No quiero espantar a mas personas de mi vida. NO quiero necesitar tantas atenciones para poder sentir que alguien me quiere. Es como que tengo un agujero dentro, y todo el cariño que me dan, se va.

Me dijo mi madre que yo antes era una bendición, queda claro que ya no lo soy. Estoy furiosa y enfadada y también triste. ¿Porqué tuve que dejar de serlo? Qué diferente podría ser mi vida si nada hubiera pasado… Siempre digo que cada cosa pasa como tiene que pasar, que todo es perfecto y cada cosa nos sucede para aprender algo. Pensaba que ya era difícil que me quedara alguna lección que aprender y mira tu por donde… Supongo, que si llevo tantos  años con esto a la espalda, podré ahora seguir adelante también. Si hay algo que he oído es que soy una persona fuerte, espero estar a la altura de esto: sería bonito empezar a sentir que la gente me quiere, que yo me quiero.

Si tú te la juegas, yo me la juego.

Si tú te la juegas, yo me la juego. Volveré a intentarlo una vez más. Lo haré, bajaré las murallas, quitaré el cerrojo y abriré la puerta. Mi vida está cuadrada y ordenada pero si vas a sumar, me arriesgo y te hago un hueco. Seré yo, sin protección, para que sepas quien soy; pero te lo advierto, soy tan maravillosa como tú. Quiero conocerte bien, aunque nunca se termine de saber cómo es una persona, quiero hacerlo. Saber qué te pone contento cuando estas triste y como suavizarte el humor cuando te enfades. Leer en tus ojos qué debo hacer. Quiero saber cuando debo apartarme y cuando estar; y cuando, estando, debo dejar que seas, y no ser yo.  En las jornadas insulsas de invierno, que no se sabe si es martes o jueves, porque da igual, quiero saber cómo darle la vuelta a tu día para convertirlo en el mejor de tu semana. Si me enseñas a hacerte feliz, yo lo intento con todas mis ganas.

 Te va a encantar conocerme porque quiero hacerte sonreír cada mañana, porque quizás…quizás seas tú. Quizás sea la última vez que alguien me corresponda en mi deseo con las mismas ganas que yo te deseo a ti. Esas cosas no se eligen, ni se compran, eso te toca, o no te toca. Te bendicen, o no. ¿Lo aprovechamos? Y bueno, durar, dura lo que tiene que durar, ni mas ni menos. Quizás si lo cuidamos dure más, pero solo sirve si mientras lo cuidas, lo disfrutas. Mantenerlo no debe ser para nadie una carga, y si lo es, ya no lo quiero.

A lo mejor funciona, a lo mejor solo disfrutamos por el camino y acabamos siendo amigos. Pero ¿y si resulta?  ¿Y si eso que tienes con tu familia, esa incondicionalidad, la encuentras también en otra persona? Me hace sentir protegida cuando le importo a alguien. Me gusta, me recuerda a esa felicidad que sentía de niña al lado de mi abuelo. A su lado, era invencible, nada importaba si estaba conmigo. Cómo me gustaría que funcionara, y algún día, yo te hiciera sentir así.

No sé si pedí cartas o no lo hice, pero ya se han barajado y ahora, tengo que jugar la partida. ¿Hacemos un trato? ¿Gane quien gane ganamos los dos? ¿Qué te parece si jugamos un solitario, pero los dos juntos? Así nadie pierde. Si esto resulta, volvemos a repartir, y si no… ¿nos quedamos con lo bueno? Yo me pido quedarme con tu receta de tacos, tus lecciones de agronomía y el recuerdo de tu piel en la mía. Lo siento, los momentos de deseo no puedo devolvértelos, son muchos, y se quedan para mí; pero a cambio, tú puedes quedarte todo lo que quieras, y te prometo, que pase lo que pase, el día de tu cumpleaños, siempre será especial en mi calendario.